La iglesia de Castiello de Jaca acogió la noche del pasado viernes el octavo gran concierto de la trigésimo cuarta edición del Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca. El certamen continúa sorprendiendo con propuestas que amplían los límites de la interpretación musical. Y es que el concierto de Claudio Constantini fue una de las experiencias más refrescantes de esta edición. Pianista, bandoneonista y compositor peruano afincado en España desde hace más de una década, Constantini se presentó con un programa íntegramente dedicado a Johann Sebastian Bach, interpretado desde un instrumento tan poco habitual en el repertorio clásico como el bandoneón.
Desde los primeros compases que pudieron escucharse en la preciosa y cuidada iglesia de San Miguel, el público fue invitado a redescubrir la música de Bach desde una perspectiva sonora bastante inusual. Las obras del maestro alemán, cargadas de profundidad y arquitectura perfecta, resonaron con una inesperada fuerza en el fuelle del bandoneón, instrumento nacido en Alemania pero popularizado en el Río de la Plata. A fin de cuentas, una adaptación para cuatro teclados, pues los sonidos de los botones cambian si abres o cierras el propio fuelle.
“Afrontar la música de Bach desde un instrumento poco usual como el bandoneón requiere de riguroso estudio y conocimiento del estilo y de diversas interpretaciones en diversos instrumentos, para decidir de forma coherente, pero con libertad, cómo interpretar sus obras en un instrumento el cual él nunca conoció”, destacó el intérprete. Más allá de la novedad o curiosidad, la representación y glosa de Constantini supuso toda una verdadera fusión sonora, fruto del hondo respeto por la obra del Kantor de Leipzig.
Su sensibilidad y exigencia técnica marcaron todo el repertorio. En este caso, la ‘herencia interminable’ del compositor alemán fue ésta: la Fantasi?a croma?tica y Fuga en re menor, BWV 903; el Preludio en sol mayor, BWV 1007; la Chacona en re menor, BWV 1004; el Concierto en re menor, BWV 974; el Air en re mayor, BWV 1068 y la popular Tocata y Fuga en re menor, BWV 565 hicieron brillar tanto la selección de la obra de Bach como la capacidad del intérprete para adaptarse a los desafíos que plantea llevar estas composiciones a un instrumento tan diferente a los acostumbrados clave o órgano, o véase sus nuevas versiones y arreglos de lo que era para chelo, violín, incluso orquesta. El balance resultó ser una lectura nueva, valiente y conmovedora, que cautivó a todos los que asistieron a Castiello de Jaca.
Uno de los aspectos más valorados por este público fue la autenticidad de la propuesta y la lúcida honestidad con la que Constantini se enfrenta al repertorio. Su interpretación se caracteriza por una búsqueda de verdad musical que se transmite en cada fraseo, en cada decisión sobre articulación, dinámica o tempo. El intérprete, fiel a su intención, logra “hacerse invisible” para que el verdadero protagonista sea siempre Bach. En palabras del propio Constantini, su estilo es “la ausencia de estilo”, y su objetivo es que el respetable sienta que ha escuchado al compositor, y no a él.
Este año, Claudio Constantini continúa inmerso en una intensa gira internacional, alternando entre piano y bandoneón, y ofreciendo repertorios diversos con una mirada personal. Aunque no se define como especialista en música antigua, su trabajo con las obras del maestro demuestra que con talento y pasión, incluso los instrumentos menos esperados pueden ser vehículos poderosos para honrar el legado de los grandes compositores. Entre la exploración y el diálogo de épocas y estilos, el concierto de Constantini no sólo fue una fresca y valiosa contribución, sino también un verdadero manifiesto artístico sobre la vigencia y capacidad de transformación que sigue teniendo la música de Bach más de tres siglos después.