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Guillem Gisbert: “Al castillo de Benabarre, con calzado deportivo y con las sandalias en el bolso”
Imagen: Gisbert Gisbert 18-08-2025 Festival Sonna Huesca

Ídolo del pop catalán, Guillem Gisbert presenta en el Castillo de Benabarre el próximo 8 de agosto el primer trabajo de su carrera en solitario, Balla la masurca, tras quince años al frente de Manel, grupo con el que ya estuvo en el SoNna Huesca en el 2021 con la gira Per la bona gent.

Después de tres lustros como líder de Manel, hace poco más de un año inició su carrera en solitario. ¿Se siente más libre, se siente más solo o se siente más usted mismo?
Me siento en el sitio en que ahora me toca estar. Nunca he dejado de ser yo mismo en Manel; creo que hemos conseguido que los cuatro nos sintamos representados por lo que hacemos. Pero después de 15 años juntos, tocaba que corriera un poco el aire. Esto no iba de tener más libertad creativa o de hacer discos más personales —signifique lo que signifique eso—, sino de ver mundo, aprender y colaborar con otra gente más allá de los tres individuos con quienes cada uno de nosotros llevaba colaborando desde los veintipico años.

Viene a presentar al SoNna su primer disco en solitario, que lleva por título Balla la masurca! ¿Qué tal ha quedado? ¿Qué ha cambiado?
El disco ha quedado estupendo, ¡qué voy a decir! Pero sí, creo que contiene buenas canciones y que acerté con los colaboradores y los productores, que en gran medida eran personas que no conocía. ¿Qué ha cambiado en relación con Manel? El quién-aporta-qué en una banda es un misterio que, si la banda trabaja bien, ni los propios miembros pueden resolver. Así que no te sabría decir. Objetivamente, ha cambiado que, como compositor, he trabajado mis canciones con gente que no eran Arnau, Roger y Martí, la única gente con la que había compuesto canciones hasta este disco.

Visitó el SoNna Huesca en 2021 con Manel y su famosa gira Per la bona gent. Aquella vez el concierto fue en el castillo de Viacamp. Este año es en el castillo de Benabarre. ¿Exige usted las fortalezas o es cosa de la organización?
Jajajaja, la obsesión por el castillo no tiene nada que ver conmigo. Pero acabo de repasar mentalmente otras fortificaciones de mi carrera musical y la lista es larga: Castell de Miravet, a orillas del Ebro; Castell de Xàtiva; Ciutadella de Roses; Almudaina d’Artà…

¿Conocía usted este Aragón oriental donde se “parla catalá”?
Estoy familiarizado con el concepto de la Franja, claro. Yo diría que la primera vez que estuve por aquí fue con Manel, en 2009. Tocamos en un Ribagorza Pop, en Graus, la noche en que murió Michael Jackson.

Estudió periodismo y trabajó en el mundo editorial antes de dar el salto a la música como profesional. Pasó usted de la letra a las melodías.
Bueno, más que dar un salto a la música, me encontré con que un proyecto que tenía con unos amigos de repente era un trabajo maravilloso. Y sí, habiendo estudiado Periodismo, y con una inclinación natural hacia las letras, descubrí dentro de mí un instinto melódico que desconocía y que, sin ser el de Brian Wilson, me ha permitido escribir canciones.

Y pasó de buscar a los periodistas culturales para que escribieran de los libros de su editorial a ser buscado por ellos para hablar de su música.
Durante esos primeros años lo pensaba: tenía una relación con el género de la entrevista que no acababa de ser la que había imaginado. O estaba persiguiendo periodistas para que entrevistaran a escritores, o respondiendo preguntas de entrevistadores como miembro del grupo de moda. Fue un tiempo raro que recuerdo con mucho cariño, el momento en que mi vida cambió.

Pero cuando se puso a componer, ¿no sabía música? ¿O sí? ¿Cómo se aprende música escribiendo?
El primer disco de Manel está escrito por unos tipos que, aporreando la guitarra desde la adolescencia, habían aprendido que hay acordes que quedan bien los unos con los otros. Poníamos el acorde, cerrábamos los ojos e intentábamos cantar algo. Poníamos el siguiente acorde y continuábamos tirando del hilo. Y no hay mucho más. Con los años he adquirido algún conocimiento de armonía, pero, vaya, nada del otro mundo. El proceso sigue siendo el mismo: se aprende música —como mínimo, música pop— escuchando música.

Es usted casi un ídolo del pop catalán. ¿Qué le dice la gente cuando lo reconoce por la calle?
Es curioso cómo cambia la mirada de la gente con los años. Al principio era efervescencia total: dos días después de que saliera el segundo disco de Manel, estaba en la cola de una panadería y unos chavales me cantaron entera la última canción. Con los años te vuelves un rostro popular, muy arraigado a tu cultura, pero, en general, la gente que te reconoce tiene una idea muy vaga del momento de tu carrera en el que estás.

¿Se atreverá algún día a escribir en castellano o lo ve difícil?
Nunca lo vi como una opción, por una cuestión natural de que, viviendo como vivo, básicamente en catalán, mi herramienta de expresión artística debía ser en mi lengua. El castellano me parecería un disfraz, creo, algo externo.

Tiene usted pinta de haber sido el delegado de la clase y de ser el yerno ideal.
Jaja, no todo lo que brilla es oro. En el quinto disco de Manel hay un verso que dice que evito ciertas calles para no cruzarme con unos exsuegros. A ver cuántos artistas conoces que han dejado eso por escrito. Pero sí, fui delegado de la clase. Qué horror.

Y huye de la política y del posicionamiento público. Leí que usted entiende que su opinión no vale más que la de cualquier otra persona y que por eso no le ve sentido a que el artista “se moje”.

¡Veo todo el sentido del mundo a que un artista se posicione políticamente! Simplemente no me parece obligatorio, y mi personalidad me ha llevado por otros caminos. En mi caso, eso tiene que ver con tener un agudo sentido del ridículo, en pensar mucho lo que vierto en los medios de comunicación. Aquí estoy promocionando un concierto pop, hablemos de pop —de arte, si me apuras—, pero dejemos otros temas para gente que tenga un discurso más especializado que el mío. Ya diré clichés en las sobremesas con mis colegas, no sé. Hay quien considera que se debe aprovechar el privilegio del escenario para influenciar a las gentes, o algo así. Quizá tienen razón. Creo que a mí eso me parece una infantilización del ciudadano de la que no quiero participar.

A Benabarre el 8 de agosto, ¿con calzado deportivo para bailar o será una cosa más intimista?
Creo que me ha salido un espectáculo híbrido. No tiene el hieratismo intimista que se puede asociar quizá al rollo de cantautor, pero no os engañaré: tampoco es una fiesta bailonga. Calzado deportivo hasta el castillo y sandalias en el bolso.