ENTREVISTA ÁNGEL PETISME / SONNA HUESCA 25
El cantautor y poeta aragonés Ángel Petisme cierra el fin de semana inaugural del SoNna Huesca en el CDAN el próximo domingo 6 de julio a las 20.30 horas. El bilbilitano presenta Buñuel y el 27, un espectáculo literario y musical a ritmo de jazz, swing y foxtrot que recorre poemas y estilos musicales en un viaje a la España de la primera mitad del siglo XX a través de los protagonistas de toda una generación.
-¿Quién se subirá al escenario, Petisme el poeta o Petisme el músico? ¿O son inseparables?
Espero que se suba el músico porque si no vaya tarde de domingo nos espera, ¿no?
En serio, hace años marcaba más las tintas en separar al poeta del músico, quizás para preservar al primero. Con los años he aceptado que mi música, si tiene algo es la poesía que la empapa y la forma de contarla y cantarla. Así que me subo lo más ligero de etiquetas. ¿Qué soy? ¿Un aprendiz de persona, un trotamundos y un inconformista? ¡Parriba Y encierro al mutante defectuoso que también soy, una hora y media en el camerino.
-Luis Antonio de Villena lo incluyó en su Antología poética “Postnovísimos” y calificó su estilo como “Sensibilidad del rock” ¿Qué significa eso?
Pues son etiquetas del siglo pasado, como lo era esa antología de poesía española, ya sabes: la poesía del rock, Dylan, Leonard Cohen, Lou Reed... La gente joven ya no sabe quiénes son todos ellos. Han cambiado mucho los tiempos y los significados y significantes no se corresponden.
-Sus poemas se han traducido al árabe, italiano, inglés, francés, rumano, checo, búlgaro, alemán y ruso. Pero a un poeta casi nadie lo reconoce por la calle.
No, mejor que no les reconozcan. A un poeta hay que dejarlo en paz con sus palabras e infiernos. Son nuestras palabras y nuestro mismo infierno, pero ellos lo alicatan y a veces nos levantan unos centímetros del suelo. Los poetas somos inofensivos, quizás un poco plastas y vanidosos, pero no ladrones ni comisionistas ni mentirosos, entre otras cosas porque no hay cacho de pastel a repartir ni olimpo pa tanta gente.
-En lo musical ha colaborado con Aute, con Paco Rabal; ha tocado con Paco Ibáñez, con Krahe, con Labordeta. ¿Es usted el último eslabón de la canción protesta en Aragón?
Si fuese así, ¡a mucha honra! Yo comencé en el 77 escuchando, en el internado de los escolapios de Cristo Rey en Zaragoza, a Víctor Jara, al Abuelo, a Carbonell, La Bullonera…. Y debuté ese año, en un festival de fin de curso, cantando mis primeras canciones protesta para cuatrocientos adolescentes como yo y sus padres. Y luego, veinte años después, Aute se me lleva de telonero (me metía en mitad de sus conciertos para él poder fumar y descansar) y me veo cantando con Labordeta, Pablo Guerrero, Paco Ibañez o Ixo Rai! para apoyar a Labordeta en sus mítines!
-Desde fuera parece más fácil cantar a Machado o Miguel Hernández (Serrat) que atreverse con Buñuel. De hecho no sé si alguien se había atrevido. Al menos con la profundidad que usted lo ha abordado.
Hace dos o tres años lo hicieron Lagartija Nick musicalizando los poemas de juventud de don Luis. A esos mismos poemas les había puesto música en 1998 y salieron en Buñuel del desierto en 2000. Siempre es más fácil si unos versos tienen rima y métrica como en el caso de Machado o Hernández, claro. Yo por ejemplo en este disco he vuelto a Lorca y alguno de los poemas que le dedicó a su colega Luis y también me he atrevido con Concha Méndez, una de las “Sin sombrero” que además fue novia de juventud de Buñuel durante siete años y con Cernuda. Y bueno, los temas salen más fácil que zambullirte en un texto que -como me dijo en Huesca su hijo Juan Luis Buñuel- “pero si mi padre no era letrista de canciones”. De todas formas, lo que me sigue apasionando no es musicalizar poemas sino contaminarme de su universo cinematográfico y traducirlo a sonido y poesía.
-Porque usted ya hizo un trabajo musical monográfico sobre Buñuel, “Buñuel del desierto”, hace 25 años y ahora, en el 125 aniversario de su nacimiento, lo enmarca en su generación.
Me he anticipado a la pregunta en mi anterior respuesta. Es cierto que en el nuevo trabajo, se me han ido los ojos y los oídos, además de Buñuel, por sus amigos de la Residencia de Estudiantes que viajaron a Toledo los fines de semana y dormían en la Posada de la sangre, hasta que una guerra los separó y convirtió en víctimas y refugiados. Eso es lo que fue España durante tres largos años precisamente, una posada de la sangre, seguidos de cuarenta de una dictadura fulminante. Todos los valores de una generación de vanguardia y progreso se fueron al traste. Esa generación quiso reinventar el mundo desde la trinchera del arte y muchos, de aquellos hombres y mujeres, fueron doblemente despreciados y asesinados en el exilio por el viento del olvido. Además me he centrado en poetas más olvidados como José Moreno Villa o Pedro Garfias, muy amigos ambos de Buñuel. Al último el exilio y la nostalgia le devoraron y acabó sus días escribiendo poemas en servilletas a cambio de un trago de tequila.
-En lo musical, “Posada de la sangre” (Buñuel y el 27) recorre los estilos que vivió y disfrutó el cineasta calandino: swing, tango, foxtrot, música de cabaret… ¿De qué banda se ha rodeado para plasmar ese viaje en la historia de la música?
Es la banda que me acompaña en directo desde hace tres años. Yo quería un sonido donde se notase la dinámica y la frescura de cómo se grababan los discos antes, en directo y todos juntos tocando. Y así arreglamos las canciones en el local en varios ensayos y en cuatro mañanas grabamos los trece temas. Después me llevé el material a Barcelona para incorporar otros instrumentos como el clarinete de Mastretta, el bandoneón de Matías Picciano, el violín de gipsy jazz de Thomas Kretzschmar, el saxo, el acordeón, los sintes de Santi Comet que ya grabó conmigo Buñuel el desierto hace 25 años. Buñuel era muy melómano pero no le gustaba la guitarra eléctrica “un instrumento del demonio” y ya el nacimiento del rock le pilló sordo y mayor. Así que había que vestirse más jazzy y vanguardista. La mitad de la banda que lo grabó viene conmigo: Maribel Vistel al piano y teclados, Beto Foronda al bajo, Chabi Benedé a las guitarras y Nacho Flores a la batería y percusión.
-El libro disco se incluyen algunas voces históricas ¿Cuáles de esas voces o colaboraciones destacaría?
Sin duda, Ángela Molina que recita dos textos de Mi último suspiro, Paco Rabal y Pepín Bello de Huesca y amigo de juventud de Buñuel. A los dos últimos les grabé en 1999 cuando estaba preparando el anterior disco y conservé los audios inéditos. Ángela cerraba Buñuel del desierto y ahora abre este disco. Josep María Pou, un grande de la escena recita. Y también mi amigo El Drogas participa.
-¿No teme que algún espectador en Huesca le diga aquella famosa frase, “Flojica, Don Luis” (en este caso, “flojica, don Ángel) que aquel paisano le espetó al calandino en Zaragoza. ¿O era Forqué?
Sí, se le atribuye a Buñuel. Josep María Pou en este disco recita un poema titulado Aragoneses que escribí a finales de los noventa recreando esa anécdota. Yo creo que es una leyenda urbana somarda y muy acertada para definir nuestra idiosincrasia tan crítica y saturnal con nosotros mismos. Y no, nunca he tenido miedo a lo que opinen los demás de mí. Yo, como el del “chufla, chufla” en mitad de la vía con la burrica. Quizás por eso, por insensato o estúpido, llevo ya cuarenta y ocho años en los escenarios dando la tabarra.
-Entonces, ¿nos garantiza que el concierto en el CDAN no será flojico?
Vamos a darlo todo como siempre y con mucha ilusión de volver al SoNna después de sus comienzos en pandemia. Será intenso, divertido y loco, todo menos flojico, ¡vade retro!