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Antonio Carmona regresa a Lanuza para ofrecer al Auditorio los sonidos del Guadalquivir
Imagen: Antonio Carmona regresa a Lanuza para ofrecer al Auditorio los sonidos... 23-07-2007
Los Juncales abrirán la noche a las 22,30 horas
Ya había embarcado Antonio Carmona en el escenario flotante de Lanuza. Y más que eso: fue él precisamente quien inauguró este singular y mágico auditorio el día 10 de julio de 1992 con su grupo Ketama. Por este motivo, entre otros, se siente especialmente satisfecho el artista al volver a Pirineos Sur: "Es un festival muy étnico en el que yo me encuentro muy bien", dice. Entre los recuerdos que el artista tiene del festival está su emoción al subirse a un escenario sobre las aguas de un embalse, y el frío, que fue compensado -afirma- con el calor del público.

El nombre de Antonio Carmona está indisolublemente unido al de Ketama. Es el cantante y el líder o, al menos, la cabeza más visible de esta formación, considerado como uno de los mejores percusionistas de nuestro país y uno de los mejores representantes del nuevo flamenco o de la fusión con otras músicas, estilo que ha desarrollado sobre todo dentro de las filas de Ketama. Sin embargo, antes de llegar a este mestizaje, era ya un profundo conocedor del flamenco puro, debido a su origen: es hijo de Juan el Habichuela. Joaquín Sabina definió perfectamente el espíritu de Antonio Carmona. Antonio es un músico gitano que lo ha visto todo porque se ha movido entre los legendarios garitos madrileños Candela y Rock-Ola. Carmona, a sus 41 años recapitula y asegura que todas las influencias han estado presentes en su forma de enfrentarse con la música y la vida. Siempre ha mostrado curiosidad y esa curiosidad le ha llevado a componer 10 canciones que conforman un elegante y sorprendente trabajo que constituye su primer disco en solitario. Para titularlo ha elegido una frase que es toda una declaración de intenciones: Vengo venenoso. Tradición y modernidad en un compacto adictivo.

Más de dos años de trabajo le ha costado este regreso al mundo discográfico. "No es un disco de flamenco", afirma Carmona. "Es un homenaje a todas las mujeres, a nuestras madres, a esas mujeres que se amarran el pelo y nos apoyan; un disco dedicado a la inmigración, a ese drama que están viviendo miles de personas; es un disco que bebe de la tradición del bolero; es un disco entre agridulce y venenoso y ahora nadie se atreve a hacer un disco agridulce", afirma el músico que demuestra toda su honestidad musical con este Vengo venenoso: "No puedo engañar a la gente y creo que este tipo de mensajes hacen mucha falta". En una industria musical invadida de productos de usar y tirar como es la española, Vengo venenoso es una sorpresa, un vendaval de música y un disco sin concesiones.

Carmona ha contado con uno de los mejores productores del mundo para afinar hasta la precisión este trabajo. Gustavo Santaolalla, ganador de dos premios Oscar y un Globo de Oro por la banda sonora de la película Brokeback Mountain en 2006 y la película Babel en 2007.

Los tiempos de "Vente pa' Madrid" y de "No estamos lokos" han pasado, que nadie se llame a engaño. "El trío ha quedado aparcado para respirar". Tras más de veinte años de trabajo conjunto y más de un millón de discos vendidos, los hermanos Juan y Antonio Carmona y su primo Josemi decidieron darse una tregua después de una carrera en la que han quedado once discos originales y dos recopilatorios, más el directo De akí a Ketama, probablemente uno de los discos más exitosos de la historia del pop rock español. Cientos de premios y colaboraciones con los más destacados músicos de España e internacionales. Vengo venenoso son diez historias nacidas del corazón de un flamenco carismático que se ha hecho mayor.

El espectáculo que traen a Lanuza las aguas del Guadalquivir comenzará con el concierto de LOS JUNCALES, un espectáculo que aúna la fuerza y la creatividad de los artistas jerezanos: Diego Carrasco, Tomasito, Moraíto,... con la nostalgia de un trianero que perdió su barrio: Manuel Molina.

DIEGO CARRASCO. Festivo, incansable y con un compás contagioso, lo más relevante de Diego Carrasco es su faceta creativa, en una insólita capacidad para componer con originalidad y talento, partiendo incluso de cancioncillas callejeras infantiles o aires tradicionales. Tiene una especial sensibilidad para encontrar una fuente de inspiración válida en verdaderas nimiedades, y hacer de ellas cantes llenos de espontaneidad y frescura, que han enganchado a los más recalcitrantes puristas.

MANUEL MOLINA. Fue guitarrista del dúo Lole y Manuel. Comenzó formando parte del grupo de rock Smash. En solitario ha grabado un disco La calle del beso. El debut discográfico de Lole y Manuel se produjo en 1975 con un disco que puso título a lo que ocurría en la realidad sociopolítica española: Nuevo día. La imagen del dúo (hippy-flamenca), el contenido de sus canciones, sus devaneos con lo árabe, la investigación musical... encajaron a la perfección con la demanda del público en aquel entonces, lo que propició un notable éxito.

TOMASITO. En 1994 graba su primer álbum Torrotrón. Su segundo trabajo, Tomasito, se convierte en referente para muchos músicos que buscan una fusión de estilos muy especial. Su faceta más desconocida es el baile, el cual hace que sus actuaciones en directo sean irrepetibles e inolvidables gracias a su peculiar y único estilo. Acaba de grabar su último disco, Cositas de la realidad producido por Tino di Geraldo.

MORAÍTO CHICO. Su debut profesional fue con la Paquera de Jerez, y desde entonces es más fácil hablar de los cantaores a los que no ha acompañado. Tiene un toque de guitarra muy especial y es reclamado continuamente tanto en estudio como en directo, varios discos en solitario y numerosas colaboraciones avalan su trayectoria como compositor y guitarrista. Es el tocaor habitual de José Mercé.

JAVIER BARÓN nace en Alcalá de Guadaira, donde se hacía el pan de Sevilla y un cante por soleá. Él tendrá -en su arte- de lo uno y de lo otro: sustancia de tierra para dar alimento natural, y profunda elegancia de sencilla majestad con mucho empaque. Sus obras significan una versión cabal del clasicismo renovado, una verdadera antología de sus peculiares maneras de bailar y entender el baile, siempre en equilibrio de elegancia, masculino y natural, de finura exquisita y de honda belleza.