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Miguel Ríos convierte el SoNna Huesca en un himno a la alegría
Imagen: Miguel Ríos dio una bienvenida enérgica a los espectadores en la Cartuja de las Fuentes, pero sería solo el anticipo de las dos horas y media de concierto que ofreció. FOTO ÁLVARO CALVO Miguel Ríos dio una bienvenida enérgica a los espectadores en la Cartuja de las Fuentes, pero sería solo el anticipo de las dos horas y media de concierto que ofreció. FOTO ÁLVARO CALVO 10-09-2022 Festival Sonna Huesca

Sorprendió por su voz, por su buen humor, por su inquebrantable condición de rockero y porque sigue siendo el mismo a sus 78 años. Es Miguel, Mike Ríos, el del acento granadino, quien aseguró haber nacido al lado de una cartuja y no lo hizo para congraciarse con el público, al que se metió en el bolsillo desde el primer tramo de concierto. Y es que la versión de 'Bienvenidos' no se hizo esperar.

Público de todas la edades llenó prácticamente el recinto de la Cartuja de las Fuentes de Sariñena, aunque se notó que había subido la media respecto al día anterior con Antonio Orozco. 

Como hacen los más grandes, Miguel Ríos se subió al escenario con una espectacular pléyade de músicos, que bajo el nombre de Black Betty Trío, a pesar de ser cuatro, ejercieron de banda de blues contemporáneo con violín, guitarra y piano como instrumentos principales. Llegó incluso a dejarlos solos. Dijo Miguel retirarse un momento por varios conceptos relacionados con la edad y dejó a sus músicos hacer un par de temas.

El recital fue alternando canciones de toda la vida, como Vuelvo a Granada, La Plaga, El blues del autobús o Año 2000 con sus últimas grabaciones: Memphis Granada, Por San Juan, El blues de la tercera edad… El tramo final lo reservó Miguel Ríos para algunas joyas de su discografía: Los viejos rockeros, Sábado en la noche o Roncanrol bumerang dieron paso al éxtasis final con Santa Lucía y el Himno a la alegría para cerrar un concierto en el que la nostalgia convirtió en blues o en country el viejo rock and roll.

Fue ese tramo cuando el público respondió. Comenzaron a tararear y Miguel enseguida los dejó cantar. “Sois tan rockeros como yo, joder”, había dicho hacía solo un rato. Con Sábado en la noche, que vino al pelo, el ritmo aumentó y el recital acabó como todos soñábamos. “Sabado en la noche, en los Monegros con luna llena”, cantó Miguel cambiando la letra. Y es que hay quien puede cambiar la letra de sus canciones cuando le venga en gana. Y ese es el caso de Don Miguel Ríos, Miguel. El de siempre. El de toda la vida.

A partir de entonces comenzaron los adornos. Se adornó el violín, se adornó el piano… Y todos nos dimos cuenta de que había un pedazo de banda encima del escenario.

Antonio Orozco enamora al público del SoNna

Ni Antonio Orozco ni buena parte del público (casi 1.500 espectadores), mayoritariamente femenino, estaban dispuestos a vivir el concierto sentados. El de Hospitalet de Llobregat busca la cercanía –incluso intimidad- con sus fans y primero las puso de pie, y luego les pidió que se acercaran para alterar el plan previsto por la organización y cambiar el concierto que habían imaginado las primeras filas de mesas. El que se adaptó, se lo pasó en grande. El que no, acabó mosca, aunque la organización del SoNna Huesca poco pudo hacer. Y los empleados de seguridad, mucho menos. El artista quiso el concierto que tuvo, y la verdad es que fue emocionante y disfrutón.

El recital fue subiendo de ritmo y temperatura. Orozco, zalamero y cariñoso, explicó que en Aragón “me quedaría a vivir”, poco antes de aclarar que su familia es de origen aragonés, aunque no quiso precisar que donde su madre tiene una casa y él pasa temporadas siendo uno más del pueblo, es en Fonz (Cinca Medio).  No faltaron “las de Fonz” con una pancarta que sujetaban entre cinco mujeres de mediana edad que venían dispuestas a todo. 

Orozco lo puso todo, pero quien hizo el concierto fue el público de la Cartuja de Sariñena. Cuando el respetable se sabe las canciones, espera el cambio de ritmo y salta justo antes de que llegue, el que ha llegado de acompañante acaba integrado como uno más y la fiesta es completa. 

El climax llegó cuando Orozco enlazó Te esperaré, Pedacitos de ti, Entre Sobras y Sobras me faltas y, por supuesto, Devuélveme la vida. Cientos de móviles grababan, fotografiaban... A la vez que dos amigas se hacían un selfie, otra se subía a una mesa para gritar: “Antonio, guapo, cásate conmigo”. Fue tremendamente contagioso. Orozco pidió matrimonio a bulto y tuvo que recular ante la respuesta. “Menos mal que he venido con mi abogado”.