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Pasión entre violagambista sevillano y cantaora flamenca
Imagen: Fahmi Alqhai y Rocío Márquez Fahmi Alqhai y Rocío Márquez 15-08-2018 Festival Camino de Santiago

Texturizó el flamenco a la medida de los instrumentos. Situó el libreto al roce mismo de la voz, y el cante fue el mismísimo ataque de sus cuerdas. Olé. El concierto del pasado martes en la Iglesia del Carmen en Jaca fue absoluto, de los que se recordarán muy mucho en futuras ediciones. Dentro las propuestas de fusión y avance con las que nos viene obsequiando el XXVII Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca, la altura de la propuesta se consagró gracias a su calidad a la par que a su compromiso, algo que comúnmente acostumbra cobijarse bajo el término de pasión. Una pasión que es fusión, una conversación donde la escucha es la gran llave maestra para el que la crea e interpreta.

Diálogos de nuevos y viejos sones. ¿Un choque de trenes? Todo lo contrario. El maridaje de dos referencias de la nueva generación —la del Renacimiento y el Barroco con la Accademia del Piacere y la del flamenco y el cante con Rocío Márquez—, superó las expectativas, que ya de por sí estaban muy altas. El resultado, una experiencia única para llenar de oxígeno nuestras mentes y oídos. Fahmi Alqhai y Rocío Márquez acogieron esta enredadera de cantes y tradición oral, folklore del siglo XVII para un público en conexión, en el silencio y en el aplauso, en los oles y en los bravos, que correspondió con entusiasmo la honestidad del directo, limpio y humilde, redondo y potente. Junto a ellos, otros dos jóvenes portentos, Rami Alqhai, viola da gamba, y Agustín Diassera, a la percusión.

Naturales y fluidos cual río sonoro, Rocío barroca vs Fahmi flamenco. ¿Quién sedujo a quién? ¿Quién marcó el ritmo del cante? ¿La proeza del todopoderoso violagambista o la ensoñación de la brillante cantaora? Qué gran alquimia. Una mirada creativa tan fiel al flamenco como al lenguaje de la música barroca, nuevos sonidos pero con raíces. Un regalo para los oídos, un estímulo para la alegría, una nueva oportunidad para acercarnos a nuestras fuentes. El viaje musical presentado como nuevo, la vanguardia como lema, el juego como astucia, el gozo como palmas. No es experimento, se llama talento. Y explorar nuestra identidad conlleva también estas recompensas.

Las escuchamos por primera vez de este modo —con este estilo, bajo este formato—, pero resonaban ya rotundas dentro de nosotros, cual mantra de época rescatada. El muy bien elegido repertorio que sonó en la Iglesia del Carmen de Jaca combinó piezas procedentes del flamenco, de Claudio Monteverdi... obras de orígenes muy diversos, geográfica y musicalmente, temas que perfectamente vestían el espacio propuesto para el concierto. Se comenzó con Mi son que trajo la mar. Destacaron piezas como El cant dels ocells o Bambera de Santa Teresa de Jesús —"muero porque no muero..."—, acabando virtuosos con Seguiriya y un bis de Angelitos negros —sonando moderno, atemporal, como si lo hubiéramos aprendido, heredado así—. En general, procedentes del acervo popular, donde las incluso puramente barrocas —como los canarios, danza popular de los siglos XVI-XVIII— fueron conjugadas, perfectamente, dentro de la misma unidad del lenguaje de la velada.

Muy pronto, los Diálogos en cedé

La formación se encuentra en un "muy buen momento. Más de cincuenta conciertos al año por todo el mundo. De hecho, pronto tenemos una gira por Japón. En breve sacaremos en disco estos Diálogos de nuevos y viejos sones, y también Muera Cupido con Núria Rial, dedicado al barroco español".

La Accademia del Piacere cree que las músicas antigua y barroca atraviesan un momento "curioso, porque en buena parte se ha cubierto el (digamos) objetivo fundacional del movimiento, que era recuperar y restaurar las grandes obras del patrimonio histórico musical occidental, pero al llegar a una especie de punto muerto se están abriendo nuevas vías hacia objetivos inesperados". Una de ellas, sin duda, han sido estos Diálogos que pudimos disfrutar en el pasado concierto en Jaca.