Agenda y Calendario Escolar 2023-2024

La Agenda Escolar del Medio Ambiente y el Desarrollo es un recurso de Educación Ambiental dirigido a jóvenes de educación secundaria, que la Diputación Provincial de Huesca, gracias a la colaboración con la Diputación de Barcelona, ofrece a los centros de secundaria de la provincia. Este curso se han repartido 8.900 agendas. También se elabora un calendario dirigido a estudiantes de Primaria, habiéndose distribuido 1.200 ejemplares para las aulas de los más pequeños.

Cuenta con los apartados característicos de una agenda escolar cualquiera, con la particularidad que a lo largo del curso se incluyen contenidos relacionados con la sostenibilidad, en forma de actividades o informaciones semanales diversas. Con esto se persigue el objetivo de dar a conocer entre el alumnado los conceptos de desarrollo sostenible y estimular y promover conductas ambientales responsables y de respeto hacia el medio.

Puedes ver la agenda completa y el calendario en formato pdf y también consultar, en los siguientes apartados, algunas de las actividades contenidas en los mismos.

 

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¿Qué te sugiere la palabra límites? Las funciones de los límites

Algunas de las funciones de los límites:

  • Nos protegen de agresiones, abusos y malos tratos.
  • Impiden que entremos en contacto con personas o ambientes tóxicos que nos generen malestar y no convienen.
  • Nos ayudan a reducir la sobrecarga física, mental o emocional y, por tanto, nos protegen del estrés.
  • Impiden que realicemos actividades o tareas que en realidad no queremos realizar.
  • Protegen nuestra integridad física, mental y emocional.
  • Nos dan seguridad por el hecho de que nos ayudan a saber qué puede ponernos en peligro y qué no.
  • Nos liberan de responsabilidades que son otras, que no nos corresponden, o que no podemos asumir.
  • Nos ayudan a poner distancia con personas, situaciones, ambientes... que nos perjudican, y a hacer lo mismo con conflictos o problemas de otras personas que nos sobrepasan y que no podemos sostener.
  • Hacen crecer nuestra autoestima.

Límites que nos hacen más libres. Amplía la zona de confort

Las creencias limitantes son pensamientos negativistas que nos privan de avanzar y desarrollar nuestro potencial. Identificarlos y cuestionarlos nos ayudará a relativizarlos y descartarlos, si no tienen un fundamento real.

Atrevernos a ir más allá de nuestros límites puede ser útil en algunas situaciones, nos ayuda a crecer y a ampliar las ZONAS DE CONFORT y, de esta forma, seremos más capaces y nos sentiremos más cómodos haciendo unas actividades determinadas porque habremos ganado confianza y habilidades cuando se trate de llevarlas a cabo.

Límites que nos hacen más libres. Curiosidad, respeto y asertividad

La curiosidad es, de hecho, la puerta de entrada al conocimiento.

El deseo de saber y la necesidad de explorar nos caracteriza como humanos. Es gracias a esto que conocemos cómo es el mundo, y cómo funciona. Todos los avances en el mundo de la medicina, de la tecnología, y en todos los ámbitos, los debemos al hecho de haber tenido la valentía y el coraje de superar los límites existentes.

Por otro lado, y en sentido contrario, debemos tener en cuenta que hay límites que es importante respetar si no queremos hacernos daño: el tiempo que podemos estar sin beber, sin respirar, sin dormir o sin comer —o al contrario, ¡lo máximo que podemos ingerir sin empacharnos y tener una indigestión!—, en referencia a nuestra fisiología, o bien en el sentido psicológico, el umbral marcado por nuestra voluntad, por nuestros deseos y por la misma libertad. Decir "sí" cuando queremos decir "sí" y "no" en la situación contraria.

Ser asertivo consiste justamente en ser capaz de defender los derechos y argumentos propios, sin dejarse manipular y, al mismo tiempo, sin manipular ni agredir a los demás. Se trata de una calidad que se va adquiriendo con la práctica a lo largo de la vida. El primer paso es aprender a conectar con lo que se quiere y lo que no, puesto que sabiéndolo nos será mucho más fácil establecer cuáles son nuestros límites y hacerlos respetar. Y ahí está la base de nuestra libertad.

Límites que nos hacen más libres. Creencias contraproducentes

Las creencias contraproducentes son pensamientos poco favorables, que nos limitan e impiden ser personas llenas y auténticas. Condicionan nuestras conductas y las dirigen. Ser conscientes de ello y aprender a detectarlas es el primer paso para que dejen de limitarnos y condicionarnos la vida.

 

El lenguaje contribuye enormemente a la forma en que nos vemos y definimos, a nosotros mismos y también en relación con los demás. En este sentido, el uso de etiquetas del tipo «feo/fea», «desastre», «incapaz», tímido/a», «antipático/a», «malo/a», etc., o del tipo « no soy lo suficiente…», o «soy demasiado…», genera una imagen negativa de nosotros mismos/as (o de los demás) y nos perjudica. Debemos procurar que la forma en que nos hablemos y definamos vaya a nuestro favor. Lo que nos decimos y cómo nos lo decimos a nosotros mismos puede limitarnos y generar malestar, o bien todo lo contrario y favorecer el desarrollo y el bienestar propios. Las etiquetas nos encasillan y nos limitan. Es importante ser conscientes de cuándo las utilizamos y reducirlas al mínimo. En esta línea, infravalorarse uno mismo y sobrevalorar a los demás contribuye, también, a una baja autoestima.

 

Los pensamientos catastróficos nos llevan a imaginar lo peor ante determinadas circunstancias: «las cosas no pueden salir bien», «suspenderé el examen», «seguro que me equivoco», «me dirá que no»…

 

Los «tendría que» nos obligan a ser, hacer, pensar o sentir de manera diferente a cómo lo hacemos. Por ejemplo: «no debería ser o sentirme así», «debería ser más o menos…», etc.

 

La autoinculpación, que nos hace creer que todo lo que ocurre es por culpa de uno mismo, suele ser consecuencia de una hiperresponsabilización. Y, descartar lo positivo, es decir, ver sólo la parte negativa de uno mismo, de una persona o de una situación, es un tipo de distorsión cognitiva que se relaciona íntimamente con los pensamientos del tipo «todo o nada» y con maximizar o minimizar lo que nos pasa, ya sea exagerándolo o quitando importancia.

 

En cuanto a las creencias contraproducentes más comunes, existen: el perfeccionismo, el victimismo, la adicción a la aprobación, a los logros o a las redes; la fobia a determinados tipos de emociones, la rabia o la tristeza por ejemplo, debido a que las consideramos peligrosas, y entonces las negamos o intentamos evitarlas; los pensamientos de inferioridad (creerse inferior, sin valía o menos que los demás), el miedo al rechazo (creer que si te rechazan es porque hay algo malo en ti y que esto puede hacer que te quedes solo) o la deseabilidad social, en el que la persona construye su imagen a partir de lo que considera deseable y digno de admiración, y ésta es la versión que enseña a los demás. En todos estos casos, son creencias que tienen consecuencias sobre la conducta personal y que nos impiden mostrarnos cómo somos realmente, a menudo con la voluntad de sentirnos aceptados y de agradar a los demás.

Límites que nos hacen más libres. La importancia de decir «¡No!»

¿Dirías que eres capaz de poner límites? ¿Sabes cuáles son tus líneas rojas, es decir, los «no rotundos», que no deberían traspasarse de ninguna manera?

¿Eres capaz de decir «no» cuando te piden hacer algo que no te apetece, no te gusta o piensas que no está bien, o eres de los que acaban cediendo y diciendo «sí» para contentar a los demás?

Respetarte, amarte, tener claros tus límites y transmitirlos de forma clara y asertiva, es esencial para que los demás puedan respetarte y para evitar que pongas en peligro tu integridad en todos los ámbitos.

Sin embargo, marcar los límites a veces no es una tarea fácil, sobre todo si durante la infancia no nos marcaron unos límites claros, porque nos dejaban hacer lo que queríamos de manera excesivamente permisiva, a veces incluso sintiendo que no se preocupaban por nosotros, o porque eran excesivos e impuestos desde el control, las prohibiciones, el miedo y el autoritarismo.

En cualquier caso, no sufras si formas parte de alguno de estos grupos, puesto que poner límites es algo que se adquiere con la experiencia. Saber lo que queremos y ser capaces de expresarlo asertivamente es el primer paso para marcar unos límites propios que no debemos permitir que sean vulnerados.

Te invito, cuando tengas dudas ante una situación determinada, a hacerte la siguiente pregunta:

¿Quiero o no quiero?

Si los pensamientos no están suficientemente claros a la hora de responder a la pregunta, deja que sea el CUERPO quien te hable y te manifieste sus preferencias. Escucha qué te dice en relación con tus deseos, y con lo que te apetece o no en un momento determinado. Conectar con el sí o el no desde la sensación, y no tanto desde los pensamientos, es un hábito que se adquiere con la práctica.

El cuerpo es claro cuando habla;

a menudo sólo es necesario aprender a escucharlo.

 

Preguntas para reflexionar:

¿Te respetas y te quieres a ti mismo@?

¿Tienes en cuenta tus sentimientos a la hora de hacer algo o tomar una decisión? ¿Son importantes para ti?

¿Das valor a lo que sientes?

¿Conoces tus líneas rojas?

¿Eres capaz de decir «basta» o «hasta aquí» ante una agresión o cuando sientes que tus límites o derechos son vulnerados?

Si la respuesta es afirmativa, ¿cómo te sientes cuando lo haces? Y si es negativa, ¿qué es lo que te lo impide?

Cuando no lo tienes claro, ¿preguntas y te dejas aconsejar?

 

Matrioskas y sistemas. El ecosistema

Matrioskas y sistemas. El ecosistema

Un gran ecosistema está formado por muchos sistemas o comunidades más pequeñas.

Engrandecer o empequeñecer la imagen general nos permite observar los elementos que los constituyen y comprender cada una de las partes y las relaciones que se establecen.

Un estanque, por ejemplo, es un ecosistema en sí mismo. Podemos encontrar insectos, moluscos, anfibios, aves, seres microscópicos como el zooplancton y también vegetación como nenúfares, espigas de agua, etc. Y, al mismo tiempo, los estanques también ofrecen agua y recursos a otros animales que no son residentes habituales de este ecosistema y que están de paso.

Los límites del planeta. La crisis climática

Desde el Holoceno, la concentración de CO2 en la atmósfera se mantenía en niveles estables, alrededor de las 280 ppm (partes por millón). A raíz de la Revolución Industrial, los niveles de CO2 empezaron a aumentar de forma exponencial.

En 2020 se alcanzaron límites históricos con 418 ppm: probablemente se trata de la cifra más elevada de los últimos 14 millones de años.

A medida que la concentración de CO2 aumenta en la atmósfera, el planeta se calienta y se producen cambios en el clima que pueden ser irreversibles. Los científicos advierten que, debido a la inercia del sistema, la temperatura del planeta subirá entre 1 °C y 4 °C a finales de siglo, lo que supone un incremento de entre 2 °C y 6 °C respecto al periodo preindustrial. Esto cambiará la fisonomía de la Tierra tal y como la conocemos.

Los esfuerzos se centran ahora en no superar las 450 ppm, considerado por los expertos una zona de alto riesgo climático, con consecuencias imprevisibles y potencialmente catastróficas. Un aumento de 5 °C podría hacer que la Tierra fuera inhabitable en su mayor parte. ¡Se trata de un límite que no podemos superar!

Para evitar superar ese límite que puede ponernos en peligro, y que además, se relaciona con muchos de los otros límites planetarios, todas y todos podemos emprender acciones que nos ayuden a prevenirlo. Por ejemplo:

  • Ahorrar energía, agua y recursos en general.
  • No desperdiciar alimentos.
  • Comer más frutas y verduras, de temporada y de proximidad.
  • ¡Reducir, reutilizar, reparar... y, finalmente, reciclar! (por este orden)
  • Compartir
  • Desplazarnos a pie, en bicicleta...
  • Pedir al ayuntamiento que habilite caminos escolares, si no existen.
  • Plantar árboles y plantas amistosas con los insectos polinizadores.
  • Disminuir el plástico desechable.
  • No arrojar residuos en lugares inadecuados y, en general, no contaminar.
  • Optar por alimentos y productos ecológicos y libres de pesticidas.

 

El cambio climático y el sector alimentario

El sector alimenticio es uno de los principales contribuyentes al cambio climático y a la contaminación por diversos motivos. El transporte vinculado a la globalización que hace que podamos disponer de alimentos y productos de todo el mundo, que no son propios de nuestro entorno cercano, y en cualquier momento del año, es uno de ellos.

Y es que desvincularnos de los ritmos de la naturaleza tiene una serie de consecuencias y contribuye a sobrepasar los límites planetarios.

Cada estación la naturaleza nos ofrece unos alimentos característicos, con sabores, texturas y colores particulares. Comer alimentos de temporada permite que nuestro cuerpo se adapte mejor a los cambios ambientales, ayudándole a hacer frente a las demandas del entorno. Además, ambientalmente, consumir productos fuera de temporada o comprarlos en otros países supone un coste evitable en transporte, gasolina, emisiones de CO2, fertilizantes, conservantes, refrigeración, etc. y, al mismo tiempo, una pérdida de nutrientes durante el proceso.

Alimentos como el ajo, la remolacha, el plátano o la lechuga se producen todo el año. Sin embargo, otros sólo se producen unos meses en concreto.

Para profundizar en esta temática le invitamos a descargarse alguno de los pósters con los alimentos de temporada que podrá encontrar en internet. Le ayudarán a comprobar si lo que come o encuentra en puestos o supermercados contribuye o no al calentamiento global.

Los límites del planeta. La destrucción de la capa de ozono

La capa de ozono es un filtro natural que nos protege de la radiación ultravioleta más dañina y permite, así, que la Tierra sea un lugar habitable para las personas y otros seres vivos con los que compartimos el planeta.

Sin la capa de ozono, la vida en la Tierra desaparecería. El fitoplancton no sobreviviría, lo que afectaría a toda la cadena alimentaria de los océanos. El crecimiento de las plantas terrestres también sería afectado. Las personas y los animales sufrirían graves problemas de salud: cánceres de piel, quemaduras, debilitamiento de las defensas del cuerpo y problemas de visión.

En 1985 la comunidad científica descubrió que la cantidad de ozono había disminuido de forma alarmante, debido principalmente a unos productos químicos llamados CFC (clorofluorocarbono). Se trata de unos gases que se utilizaban, principalmente, como refrigerantes en frigoríficos o aparatos de aire acondicionado y que se emitían a la atmósfera destruyendo la capa de ozono. Conscientes de esta realidad, muchos países prohibieron el uso de los CFC, sin embargo, aún se siguen utilizando hoy en día en aires acondicionados, refrigeradores, pesticidas, aerosoles de productos de higiene y cosmética, bandejas y envases de plástico, etc.

Sin embargo, gracias a las medidas adoptadas, se trata del único límite, de los 9 establecidos por Johan Rockström y los otros expertos, que ha mejorado en los últimos años.

Los límites del planeta. La pérdida de biodiversidad

Se calcula que cada año desaparecen en todo el mundo entre 200 y 2.000 especies animales y vegetales, ya sea por la pérdida de hábitat, cambios en las cadenas tróficas (disminución de la población de las presas de las que se alimentan, etc.), el aumento de parásitos o de especies invasoras que les afectan, o simplemente porque el incremento acelerado de la temperatura hace que muchas de ellas no puedan adaptarse.

Un aumento de la temperatura de 2 °C hará que entre el 15 y el 40 % de las especies se encuentren en peligro de extinción.

El calentamiento global produce cambios en las pautas de comportamiento de algunos animales, que se ven obligados a avanzar o retrasar, por ejemplo, las migraciones o la época de reproducción. ¡Y esto afecta a todo el sistema!

La pérdida de biodiversidad tiene consecuencias en todo el sistema del que formamos parte los seres humanos. Y es que la variedad de seres vivos que existen en la Tierra y las interacciones que establecen son fruto de millones de años de evolución. En este equilibrio se sustenta toda la vida, tal y como la conocemos, porque regula los flujos de energía y materia. ¡Cada vez que se pierde una especie, nos volvemos más vulnerables para hacer frente a los cambios!

 

¡Descubre la historia de Tan!

Tan es un orangután que llegó al Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok, en Borneo, en julio de 2020, cuando sólo tenía ocho meses.

Lo encontraron solo en una plantación de aceite de palma muy asustado y confundido, cerca del pueblo de Sukau, que se encuentra en el río Kinabatangan.

Cuando llegaron al centro, la enfermera le hizo un buen control y se alegró de ver que por lo general estaba bien de salud aunque estaba un poco delgado y deshidratado, ya que seguramente hacía tiempo que no se alimentaba de la leche de su madre. También tenía dos heridas en la cabeza y en la espalda y el personal del centro pensó que el joven orangután y su madre podrían haber sido atacados por algún animal. No había indicios de la madre cuando se encontró al bebé, por lo que quizá huyó para escapar de los ataques y sin quererlo se separó del hijo o quizás no sobrevivió a los ataques o de algún cazador furtivo.

Cuando el pequeño Tan llegó al Centro, la enfermera le dio una botella de leche tibia y después le colocó en una cuna de la guardería, la cual se convertiría en su casa durante un tiempo. Tan estaba agotado después del largo trayecto hasta el Centro y de un día tan agitado y pronto se quedó dormido. Por la mañana fue una sorpresa para el nuevo llegado ver que no estaba solo, sino que estaba rodeado por otros bebés, todos los cuales habían tenido la suerte de ser rescatados y llevados al centro. Durante los meses siguientes, Tan recibió todos los cuidados que necesitaba por parte del personal de enfermería, veterinaria, etc., que le revisaban la sangre con frecuencia para asegurarse de que no había cogido la malaria ni ningún parásito. Cada semana le pesaban y no pasó mucho antes de que empezara a engordar.

Ahora mide unos 10 kg. ¡A Tan le encanta su hora de baño! Sus cuidadores cuidan mucho de no ponerle agua a los ojos, ya que esto no le gusta y saben que tiene pánico, pero como ha aprendido a confiar en ellos, ahora es muy cooperativo. Tan tiene casi cinco años y a menudo abandona la guardería para jugar en el gimnasio de la selva con los demás bebés. El gimnasio de la selva es una red de árboles pequeños y plataformas conectadas por cuerdas, que son perfectas para balancearse y le ayudan a ganar fuerza y destrezas. El objetivo es que en breve lo puedan reintroducir en su medio natural. No es algo fácil, todavía le falta mucho por aprender, ¡pero seguro que será una experiencia muy emocionante! ¡Le deseamos mucha suerte!

 

Esta historia está basada en hechos reales y, desgraciadamente, con matices, es bastante común en Borneo. Tan tuvo la suerte de ir a parar a un centro de recuperación, pero no todas las crías de orangután o ejemplares adultos sobreviven a la caza furtiva o a la tala de bosques que reducen su hábitat hasta condiciones que dificultan extremadamente la vida.

Las plantaciones de palma para obtener aceite constituyen una de las principales amenazas que ponen en peligro la vida de los orangutanes en libertad. El aceite de palma se exporta y se utiliza en todo el mundo para diversas finalidades: en cosmética, en la industria alimentaria, etc. Se calcula que 1 de cada 2 productos de alimentación y cosmética lo contienen en alguno de sus ingredientes.

La mitad de los orangutanes de la isla de Borneo y el 80% de los procedentes de la de Sumatra han desaparecido en las últimas décadas, según datos de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN). Uno de cada dos productos de alimentación o cosmética que encontramos en los supermercados contiene aceite de palma o alguno de sus derivados. Las plantaciones de palma son la principal causa de deforestación en Indonesia, el único lugar del mundo en el que todavía podemos encontrar orangutanes en libertad.

La pérdida de biodiversidad es uno de los límites planetarios que nos ponen en peligro, porque cuando una especie desaparece el resto nos volvemos más vulnerables y tenemos mayores dificultades para hacer frente a los cambios. ¡Y es que todas y todos estamos conectados con el resto! Pero no sólo eso, sino que la extinción de especies es una pérdida de valor incalculable, por el papel que desempeñan en los ecosistemas y por ser un patrimonio natural, estético, histórico y vital que entre todas y todos tenemos la responsabilidad de preservar.

 

Algunas curiosidades sobre el orangután:

La palabra orangután proviene de las palabras malayas <<orang>> y <<hutan>> que significan “hombre del bosque”. Ese nombre es el mismo en casi todo el mundo, con ligeras diferencias ortográficas.

Los seres humanos compartimos con ellos el 97% de los genes. Esto significa que tenemos más semejanzas que diferencias. ¿Crees que nos parecemos?

Es el único animal de grandes dimensiones que pasa prácticamente toda su vida en lo alto de los árboles.

Se le considera uno de los animales más listos del mundo. Tienen un cerebro muy grande en relación a las dimensiones de su cuerpo.

Se caracterizan por tener algo rojizo, lo que les diferencia de otros simios.

Sus dedos tienen aproximadamente la misma longitud que los dedos humanos, aunque su palma es mucho más larga. Y su capacidad de cogerse es cuatro veces mayor que la de las personas.

Se calcula que hay unos 70.000 ejemplares en libertad en el mundo, concentrados en la isla de Borneo y en Sumatra.

Los científicos creen que los orangutanes de Borneo podrían haber disminuido en más de 100.000 ejemplares en los primeros 15 años del siglo XXI. Se considera que cada año la población pierde 1.000 individuos cada año. En todo el mundo se están realizando esfuerzos para evitar que desaparezca.

Y si te preguntas ¿cómo podemos ayudarles?, la manera más fácil –pero de gran impacto– es dejando de adquirir productos que contengan aceite de palma en su composición.

Para ello, debes prestar atención a las etiquetas de los productos, algunos ya advierten que son libres de aceite de palma, pero en algunos casos hay que analizar las etiquetas con algo más de detenimiento, porque identificarlo no siempre es tan fácil, porque aparece con varios nombres.

 

Los límites del planeta. La acidificación de los océanos

Los océanos son uno de nuestros grandes aliados en la lucha contra el cambio climático. Y es que más de un tercio del CO? que emitimos en la atmósfera acaba disuelto en el mar. Una parte de este CO? es fijada por los organismos marinos, pero otra parte acaba convirtiéndose en ácido carbónico y alterando la química de los mares y océanos porque los acidifica.

Durante los últimos 200 años, el pH de las aguas superficiales oceánicas ha disminuido un 0,1, pasando de un valor medio de 8,2 a 8,1 en este tiempo. Si esta tendencia continúa, se prevé que a finales de siglo (2100), se produzca un descenso de 0,3 al 0,5 (que supondría un pH de 7,7), algo totalmente nuevo y excepcional, ya que los valores del pH oceánico se han mantenido constantes durante al menos 25 millones de años y nunca antes habían disminuido a un ritmo como el actual.

Una disminución del pH de esta magnitud —¡tan sólo de 0,1!— tiene efectos en todo el planeta. Afecta a una de las formas de vida más esenciales, y que constituye la base de la cadena alimentaria oceánica: el plancton. Los organismos que forman el fitoplancton son probablemente el recurso vegetal más importante de la Tierra. Incluyen al menos la mitad de toda la producción primaria de la biosfera, equivalente a todas las plantas terrestres juntas. Todas las especies superiores, desde la caballa hasta las ballenas, dependen en última instancia de estos organismos mayoritariamente microscópicos.

Otro de los efectos del calentamiento y acidificación de los océanos es el blanqueamiento de los corales, que ya se encuentran en situación crítica, por culpa también de la contaminación. Cuando la temperatura del agua supera los 29 ºC, los corales sufren estrés térmico y reaccionan expulsando las algas. Esto hace que acaben muriendo por falta de oxígeno.

Pero el calentamiento de las aguas y la acidificación debida al cambio climático no es lo único que pone en peligro al medio marino. Las personas, sobre todo en verano al bañarnos, también contribuimos a la contaminación de mares y océanos. Y es que las cremas que nos ponemos sobre la piel y que se acaban disolviendo en el agua donde nos sumergimos, contienen sustancias nocivas para los seres vivos que habitan este medio y, por tanto, sobre todo el ecosistema.

Descubre en este artículo cómo puedes proteger tu piel sin contaminar el medio ni poner en riesgo tu salud.

Los límites del planeta. La contaminación química

La acumulación y concentración de sustancias con efectos potencialmente tóxicos no ha parado de aumentar desde la Revolución Industrial, sobre todo a partir de mediados del siglo XX. Metales pesados, hidrocarburos, compuestos orgánicos volátiles, plásticos... y todo tipo de sustancias creadas por las personas y del todo nuevas para el planeta se concentran en el aire, el suelo, los mares y los océanos y se incorporan a las personas a través de la respiración, del agua que bebemos o de los alimentos que ingerimos.

La contaminación química amenaza al planeta porque afecta a los procesos biológicos y físicos que sustentan la vida. Los plaguicidas, por ejemplo, matan a muchos insectos que son fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas y para los individuos (incluidos la especie humana y todas las demás que habitan la Tierra).

Cuesta establecer los límites de la contaminación química y son de los últimos que han sido estudiados, pero el Centro de Resiliencia de Estocolmo ha publicado un estudio en el que los cuantifica y concluye que ya hace tiempo que hemos superado los umbrales críticos.

Los plaguicidas son una de las principales causas de contaminación del agua, del aire y del suelo.

Los pesticidas son sustancias que ayudan a combatir plagas en los cultivos, sean plantas o animales, a fin de incrementar la productividad de las cosechas. Aunque de entrada puede parecer positivo, el uso de estas sustancias químicas supone riesgos para los ecosistemas y para la salud de las personas. Y es que por lo general no son demasiado específicos de la especie que se quiere combatir, de hecho se calcula que los efectos del 98% de los insecticidas y el 95% de los herbicidas se extienden más allá del objetivo buscado y llegan a destinos diferentes, a través del aire, del agua o de los alimentos. Y esto tiene una serie de consecuencias, que detallamos a continuación:

1. Algunos efectos de los pesticidas sobre los ecosistemas:

  • Contaminación del agua, del aire y del suelo. Por fenómenos de escorrentía los pesticidas pueden llegar a ambientes acuáticos diversos y contaminar ríos, lagos y otros ecosistemas acuáticos continentales, pero también mares y océanos. También se pueden propagar a través del aire y llegar a otros campos, áreas de pasto de pueblos y ciudades cercanas.
  • Pérdida de biodiversidad. Es una de las grandes consecuencias no deseadas vinculadas al uso de pesticidas. Insectos como abejas y mariposas, que tienen un rol determinante en la polinización y son claves en los ecosistemas, son grandes afectados por el uso de insecticidas.
  • Reduce la fijación de nitrógeno y contribuye al empobrecimiento de los suelos.

Además, con el tiempo, la aplicación repetida de pesticidas aumenta la resistencia de las plagas que quieren combatirse y pueden volver a aparecer.

2. Efectos sobre la salud de las personas:

El uso de pesticidas y fertilizantes tiene una serie de consecuencias negativas para la salud humana. Los estudios indican que una mayor exposición se relaciona con un aumento del riesgo de determinadas enfermedades y problemas como cáncer o alteraciones neurológicas, entre otros.

Los límites del planeta. Los ciclos del fósforo y del carbono

Aparte del carbono y del oxígeno, existen dos elementos más que son muy importantes para la vida terrestre: el nitrógeno y el fósforo.

El nitrógeno es el componente mayoritario de la atmósfera, supone un 78% del aire, y es un elemento esencial para la fabricación del ADN y de las proteínas. Aunque estamos rodeados de nitrógeno, ni las plantas ni los animales son capaces de absorberlo directamente; sólo algunas bacterias pueden hacerlo y transformarlo para que el resto de seres vivos puedan utilizarlo. Las erupciones volcánicas y la quema de combustibles fósiles añaden nitrógeno a la atmósfera, lo que ocasiona fenómenos de niebla y lluvia ácida que agravan los episodios de contaminación del aire.

El fósforo, como el nitrógeno, es imprescindible para la vida y poder formar moléculas de ADN, el material genético que contiene las instrucciones para construir todos los componentes de las células. Se encuentra almacenado bajo tierra en rocas sedimentarias formadas a partir de animales muertos y plantas en el transcurso de millones de años de evolución. Cuando se disuelve en el agua o penetra en el suelo, las plantas lo absorben y pasa a estar disponible para el resto de seres vivos, que se alimentarán de ellos a lo largo de la cadena alimentaria.

Las personas hemos descubierto la forma de descomponer artificialmente el nitrógeno y de utilizar el fósforo. Esto ha permitido crear fertilizantes para ayudar a las plantas a crecer y aumentar su producción. Sin embargo, como en exceso, resulta perjudicial. Y es que los nutrientes no absorbidos debido a la sobrefertilización de los terrenos de cultivo se filtran y llegan a ríos, lagos y otros ecosistemas acuáticos, desembocan en el mar, y los eutrofizan.

La eutrofización es un fenómeno causado por la acumulación de nutrientes en un ecosistema a consecuencia de concentraciones excesivas de nitrógeno y fósforo, provocando desequilibrio.

Con el aumento de nutrientes, proliferan los organismos fotosintéticos y esto incrementa la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, provocando un crecimiento del número de seres vivos. A consecuencia de lo que decimos, el oxígeno del medio se va reduciendo, ya que todos los organismos lo necesitan para respirar. Además, el volumen de nutrientes disponibles también disminuye, y gran parte de los seres vivos mueren a causa del empobrecimiento del medio. En estas condiciones sólo pueden vivir algunas algas y organismos adaptados a condiciones anaeróbicas (sin oxígeno). Esto da a estos ecosistemas eutrofizados un aspecto oscuro, a veces con una espuma verdosa superficial y maloliente.

Los expertos consideran que hemos alterado gravemente el ciclo del fósforo y del nitrógeno, sobrepasando los límites que los ecosistemas pueden soportar.

 

Los límites del planeta. Los cambios en los usos del suelo

Más allá de los procesos de urbanización, la producción de alimentos es la principal responsable de los cambios en los usos del suelo a nivel mundial, que está transformando la fisonomía del planeta y le quita fertilidad.

En la actualidad, la mitad de la superficie terrestre habitable está dedicada a usos agrícolas. Los incendios forestales y la ganadería intensiva también contribuyen a ello.

El impacto más dramático de la deforestación es la pérdida de hábitat de millones de especies. El 70 % de los animales y plantas habitan en los bosques. Y muchos no sobreviven a la deforestación.

Pero la deforestación también agrava el cambio climático, puesto que perdemos demasiada arbórea que actúa como sumidero de CO2 y altera el ciclo hidrológico favoreciendo aún más la aridización y el aumento de la escorrentía, que erosiona los terrenos.

Éste es otro de los límites planetarios que ya hemos superado.

Los límites del planeta. El consumo de agua dulce

Todos estos procesos, que en condiciones normales confieren estabilidad al planeta, están íntimamente relacionados y se afectan mutuamente.

En el caso de la disponibilidad de agua dulce, este hecho es claramente visible. La sequía provocada por el aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias, la desaparición de los hielos permanentes y la contaminación de los acuíferos limitan la cantidad de agua dulce disponible a nivel mundial. A todo esto hay que sumar que la demanda de agua para cubrir las necesidades humanas no deja de crecer debido, por ejemplo, a nuestro estilo de vida, que es altamente consumidor. Y es que para fabricar recursos o productos de la industria alimenticia se necesitan muchos litros de agua.

En cualquier caso, aunque este indicador es uno de los límites que todavía no hemos superado, no podemos relajarnos, ya que las precipitaciones son cada vez menores, y sin agua no hay vida.

Los límites del planeta. Los aerosoles

Los aerosoles son partículas en suspensión líquidas o sólidas suspendidas en la naturaleza terrestre.

Su origen puede ser natural (incendios forestales, volcanes, tormentas de polvo, pulverización del agua marina...) o antropogénico, es decir, procedente de las actividades humanas y sobre todo vinculada a la quema de combustibles fósiles (transporte, industria, generación de energía...). Algunos de los principales componentes son sulfatos y nitratos. Sobre todo los nitratos participan en la formación de la niebla fotoquímica, e influyen en la destrucción del ozono troposférico y estratosférico.

El funcionamiento de los aerosoles todavía es bastante desconocido, pero, aun así, se sabe que tienen influencia sobre el clima y el ciclo del agua. Contribuyen a fenómenos de oscurecimiento global y de niebla, la niebla característica de lugares altamente contaminados y que es frecuente observar en grandes ciudades. Además, la formación de ácido sulfúrico contribuye a la lluvia ácida.

Se trata del límite que, por ahora, menos comprendemos y el más difícil de cuantificar.