El dúo cántabro abrió en la ermita de los Dolores de Monflorite el fin de semana del SoNna Huesca con gran éxito de público y una versión electrónica del folklore de los Picos de Europa. El festival se traslada a la Balsa de la Culada de Almudévar para cambiar de registro y recibir a los vascos de Hutsum Txalaparta + Ortzi, con su espectáculo Urbasa. La catalana Clara Peya cerrará el domingo el primer fin de semana de agosto en Castejón de Sos.
El público superó con creces el aforo previsto en el pequeño promontorio donde se asienta la singular ermita de Los Dolores, en Monflorite, para disfrutar de la tradición oral montañesa, tal y como ellos denominan al folklore cántabro, tamizada por la electrónica.
El guitarrista de jazz y productor musical Yoel Molina y la cantante Irene Atienza se encontraron en Cabuérniga (Cantabria), a donde ambos habían regresado en busca de sus raíces. A pesar de sus dispares trayectorias, juntos bucearon en cintas antiguas en busca de esa tradición oral que sigue poniendo la banda sonora original a las fiestas y celebraciones populares en Cantabria y que sirve también para las labores del campo y del monte.
El dúo introdujo a personajes populares del folklore cántrabro, como Genio, el de Camijares o Maso, el de La Hayuela; y mostró voces grabadas y testimonios de mujeres anónimas que servían de marco y referente para lo que el público iba a escuchar a continuación. Jotas, tonadas, canciones de labor y coplillas llenaron la ermita de los Dolores de zuecos y sobaos pasiegos, de olor a vaca y a Oso pardo. Pero sobre todo, de olor a fiesta y a romería. “Si volvías de la romería con un puñado de avellanas en el bolsillo es que te habías echado novio”.
Irene Atienza reivindicó el papel de las mujeres montañesas en el cancionero del folklore cántabro. “Ellas con sus panderetas eran las grandes protagonistas; sobre todo de las letras. Ahora nos damos cuenta de que contaban muchas cosas”. Pero si la voz de ella olía a prado y a castaños, la guitarra, los teclados y los sampler de Yoel Molina nos situaba en la era contemporánea; en un ambiente más complejo y elaborado. Ella vestía de rojo pasión, y él de negro y con gorra. Su forma de vestir definía lo que podíamos esperar de cada uno de ellos.
El público entendió el concierto y aplaudió a rabiar. El folklore montañés suena familiar en las estribaciones del Pirineo aragonés. No parece que hubiera tantos kilómetros de distancia. Parece más bien como si Picos de Europa fuera parte -como así es- del plegamiento de los Pirineos, un extremo de ellos. Como si el folklore respondiera a la geología.
Música y circo en La Culada
La caravana del sexto SoNna Huesca hace hoy un corto desplazamiento a la localidad de Almudévar para vivir el segundo espectáculo circense del programa de 2025, tras el que ofreció la compañía catalana “eia” en la ermita de la Ganza de Calasanz el viernes pasado. La Balsa de la Culada, una suerte de circo romano de sillares de piedra caliza, albergará la presentación del espectáculo Urbasa, una colaboración de Hutsum Txalaparta (Mikel Urrutia y Anai Gambra) y el acróbata Ortzi Acosta (20.30h)
La txalaparta es uno de los pocos instrumentos musicales que existen en el mundo que se toca entre dos personas y aunque ahora goce de buena salud en su Euskadi natal, hace sesenta años solo la seguían tocando tres parejas. El espectáculo que se presenta en el SoNna Huesca es Urbasa, con la dirección artística de Pablo Ibarluzea. Urbasa en euskera es “bosque húmedo” y la Sierra de Urbasa, en el noroeste de Navarra, representa una frontera física y climática que desde siempre ha sido punto de encuentro entre personas y naturaleza.
Utilizada desde el siglo XVI para abastecer de agua a la localidad, la Balsa de la Culada de Almudévar es una balsa de forma oval realizada con sillares de piedra de distintos tamaños que tiene dos depósitos de hormigón en los que se recoge el agua. Uno de ellos está flanqueado por un par de escaleras que conducen al fondo de la balsa. La Balsa de la Culada está ubicada a cien metros del casco urbano y se ha convertido ya en el escenario principal del SoNna Huesca para los espectáculos de circo-teatro.
Clara Peya en Castejón de Sos
Si el tiempo no lo impide, como ya hiciera el año pasado, la catalana Clara Peya podrá por fin debutar en el SoNna Huesca, el domingo en el bosque de Castejón de Sos (19.30h). La organización ha querido repetir la propuesta en esta edición, tras la suspensión de 2024 por una fuerte tormenta. Es el único concierto en seis años de certamen que se ha suspendido antes de comenzar y este año el público y la artista se quieren resarcir.
Clara Peya, que estará acompañada del guitarrista nacido en Avinyó (Barcelona), Santi Careta (presente ya en el concierto de su hermana Alba en Castiello de Jaca el pasado sábado), está considerada una de las creadoras más originales y únicas que han aparecido en los últimos tiempos en la escena musical de nuestro país. Vanguardista y transgresora, Peya es musicalmente inclasificable, pues bascula entre el jazz, el pop y la electrónica, manteniendo el piano como eje de su espectáculo. Su trayectoria transita entre la música, el teatro y el activismo. Fue reconocida con el Premio Nacional de Cultura 2019 por su carrera musical y compromiso social.
El bosque elegido para este espectáculo está situado en las inmediaciones del río Ésera, entre los barrancos de Gabás y Urmella, más cerca de la pedanía de El Run, que de Castejón de Sos, de donde parte el itinerario que hará el público hasta el bosque. El punto de encuentro está situado en el espacio urbano de Castejón de Sos, en la calle Ral, a la altura del crucero de término de la localidad.