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El privilegio de despertar la partitura
Imagen: El privilegio de despertar la partitura 16-08-2014 Festival Camino de Santiago

Con una nueva actuación, esta vez a cargo de Silvia Márquez, la Iglesia de Santa María de Santa Cruz de la Serós acogió el penúltimo concierto del XXIII Festival Internacional En el Camino de Santiago que organiza la Diputación Provincial de Huesca. La velada comenzó con un primer bloque sobre Domenico Scarlatti —Sonata en La mayor, K.113 (Allegro) y Sonata en La mayor, K.208 (Adagio e cantabile)—, primer autor que estableció una técnica adecuada a la naturaleza del clave, sujeto anteriormente a las servidumbres del órgano. Con más de quinientas sonatas, el talento revolucionario del compositor apostó por la armonía apoyada en atrevidas combinaciones de acordes, haciéndole merecedor de un ritmo más que propio. Sirva este apunte para llevar la misma reflexión a nuestra intérprete.

Marcado por el tono y el ritmo, Silvia Márquez hizo gala de un magnífico estilo personal en la recreación de los diferentes pasajes. En Santa Cruz de la Serós asistimos a un ejemplo de virtuosismo con el clavicémbalo a la par que un magnífico ejercicio de comunicación, formal y atrevida a la vez, ornamental y temperamental. Como la propia artista zaragozana afirma, "quizás necesito el escenario porque la música, como concepto, no existe si no es transmitida. Al fin y al cabo, es un lenguaje".

Gran conocedora de C. Ph. E. Bach, la también directora artística de La Tempestad se recreó también con ánimo y técnica, ejecutando la Sonata en La menor (Württembergischen Sonaten), Wq 49 y las 12 Variaciones sobre la Folía de España. Un espíritu el de Bach, que Silvia Márquez marcó en las diferentes intensidades del sonido pulsado, adueñándose de toda la atención y simpatía del público congregado en la Iglesia de Santa María, espectadores recreados en el más amplio sentido de la palabra.

Un precioso e intenso concierto de Silvia Márquez, implicada y entregada, que hace bueno lo que decía Alfred Brendel: "Algunos intérpretes opinan que la música adquiere vida cuando se la hace sonar. No, vive ya en gran parte en la partitura, pero duerme. El intérprete tiene el privilegio de hacerla despertar o, para decirlo más cariñosamente, darle vida con un beso".