En el marco del XXXI Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación Provincial de Huesca (DPH), la noche del pasado jueves, la iglesia de San Martín de Hecho acogió uno de los mejores conciertos ofrecidos por Chiavette, esperada formación que presentó, ni más ni menos, la tarjeta de visita de dos obras cumbre de la música funeraria del Barroco: ‘Lagrime d’Amante al sepolcro dell’Amata’ o ‘Sestina’ de Claudio Monteverdi, ciclo de madrigales del primer barroco civil y el motete ‘Jesu, meine Freude’ de Johann Sebastian Bach, obra religiosa del barroco pleno.
Este motete es una obra vocal “en que las voces son tratadas, en muchos casos, como puros instrumentos. Esas extraordinarias exigencias técnicas pueden suavizarse mediante una interpretación con varias voces por parte o, como se recomienda, doblando cada voz con instrumentos. Chiavette asume el reto de interpretar el motete con cinco solistas vocales y el único acompañamiento del bajo instrumental”, subraya Javier Ares, director de Chiavette, además de director y profesor de Coro y Orquesta del Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza. Fue estreno en Hecho, aunque el propio Ares ya participó en 1984 en su grabación en vivo para Belter, con la Escolanía de Infantes del Pilar dirigida por el maestro José Vicente González Valle.
El selecto recital agradó enormemente a los espectadores que llenaron la iglesia de San Martín. Comunicación e intensidad, emoción y grandes aplausos, que correspondieron a la generosidad de una gran formación —formada por las sopranos María Sala y Esmeralda Jiménez; Javier Ares, alto; César Polo, tenor; y Thomas Hansen, barítono; acompañados al órgano por Javier Artigas— que ensambló con sumo y cuidado detalle al Monteverdi impulsor de un nuevo estilo compositivo con la excelencia del barroco maduro del siglo XVIII de la fuente del gran Bach.
Chiavette cuenta con un público muy fiel, que valora su enorme capacidad de trabajo, plasmada en sus atractivos programas de concierto. “Aunque nuestra especialidad se centra en la música española del Renacimiento, nos gusta ampliar nuestros límites recuperando obras españolas del Barroco (‘Ópera a 4’ de Hernández de Illana), o haciendo repertorio internacional de primer nivel (‘Membra Jesu nostri’ de Buxtehude) o el mismo programa para Hecho. También nos gusta ofrecer puestas en escena singulares que nos han permitido hacer conciertos itinerantes (‘Recorridos sonoros’) o participación en reconstrucciones litúrgicas e históricas”.
Los miembros de Chiavette están muy orgullosos de haber continuado con su propia fórmula de trabajo, continuado y regular. “Aunque intensifiquemos nuestros encuentros previos a cada concierto, Chiavette trabaja ordinariamente durante todo el año. La pandemia nos obligó a buscar otros espacios de trabajo para mantener mayores distancias, lo que nos aportó otras herramientas y hábitos para conseguir mantener un sonido unificado”.
Ante la realidad de la pandemia, comparte Javier Ares, “el mayor inconveniente ha sido acumular repertorios que no han podido ser estrenados. En ese sentido, me atrevo a pedir una mayor sensibilidad por parte de los organismos que promocionan la cultura. Chiavette es el único conjunto vocal dedicado a la música renacentista vocal, con especial dedicación al repertorio aragonés, que funciona a pleno rendimiento y está, en parte, infrautilizado”.
Aragón ha sido siempre un importante referente en la interpretación de la música históricamente informada. “Contamos con el Archivo de Música de las Catedrales, uno de los más importantes en su género, instituciones, como la de Fernando el Católico, que han velado por la publicación y difusión del patrimonio y que mantienen el Curso Internacional de Música Antigua de Daroca, quizá el más veterano del Estado; no por casualidad se fundó en Zaragoza la Sociedad Española de Musicología. Con el impulso iniciado por José Vicente González Valle, doctor en Musicología por la Universidad de Munich, o el organista aragonés José Luis González Uriol, se mantiene viva una tradición musicológica y de interpretación de tecla que nutre los principales centros educativos del país, manteniendo viva la Escuela organística aragonesa que se remonta al Renacimiento”, destaca el director de Chiavette.
En definitiva, “tenemos un patrimonio que difundir y una tradición que mantener. Creo que queda pendiente la labor de dar a conocer al mundo las obras de los compositores aragoneses y españoles que, en muchos casos, tienen una calidad extraordinaria; debemos ser más respetuosos con nuestro legado musical. La música es un patrimonio tan valioso como las demás artes, y alberga el milagro insondable de hacer presente el pasado, cada vez, por medio del sonido que transmite nuestras mejores vibraciones, los sonidos de nuestra historia”, remata Javier Ares.