Sara Águeda actuó en la Colegiata de Bolea dentro del XXXIII Festival Internacional en el Camino de Santiago
“Acabo de comprobar que una de las definiciones de la RAE de la palabra ‘encrucijada’ es situación difícil o dilema, y esa es la historia de las criadas músicas, una encrucijada del Renacimiento”, comparte la arpista Sara Águeda antes de su recital. La Colegiata de Bolea acogió la tarde del pasado lunes el cuarto de los directos del XXXIII Festival Internacional en el Camino de Santiago. Arpista especializada en interpretación historicista y que utiliza su voz para poner en pie el repertorio renacentista y barroco de una manera muy teatral, Águeda puso en escena ‘Ellas renacen’, estrenado en el Festival Renacen de la Fundación Carlos de Amberes el pasado mes de mayo y estreno absoluto en Aragón, además del resultado de su último trabajo discográfico.
‘Ellas renacen’ recrea esa práctica musical de la mujer renacentista fuera del marco secular, donde la intérprete tañó en Bolea su arpa de dos órdenes —uno de los instrumentos más importantes del Siglo de Oro— y puso voz a muchos de los romances y canciones del XVI que comenzaron a hablar en femenino. Y así, Sara Águeda invitó a recorrer un viaje único a través de la Historia de la Música Antigua con una selecta oda a la rica herencia de las mujeres del Renacimiento, como así disfrutó el público que abarrotó la colegiata.
“Hasta hace escasos años no existían fuentes que nos informaran de las prácticas de las mujeres músicas en el Renacimiento, pero, gracias a la labor musicológica de Ascensión Mazuela-Anguita, descubrimos que muchas eran contratadas para interpretar fuera del marco eclesiástico. A través del análisis de documentos de la Inquisición se descubrió que había mujeres, muy instruidas en la práctica musical, que no solo tocaban varios instrumentos, sino que también cantaban y eran contratadas como ‘criadas’ para amenizar encuentros de mujeres en las altas clases sociales”, subraya Sara Águeda.
En el recital, ‘Ellas Renacen’ fue mucho más que una recolección de obras. Fue un sentido homenaje a todas las mujeres injustamente ignoradas a lo largo de la Historia. Composiciones como ‘Madre mia non mi far monarca’ obra en la que la narradora del poema se lamenta de que no quiere ser monja y expresa su deseo de casarse, “canción que se registró por escrito en una colección de canzonettas y madrigales compilada por Michele Pario en Parma en 1610, que se difundió fuera de Italia y que ha perdurado a lo largo de los siglos gracias a la tradición oral. La letra muestra que en los conventos había mujeres sin vocación religiosa, cuyos padres quizás no podían pagar la dote para que se casaran. Esta situación también se refleja en ‘No quiero ser monja’, pieza a tres voces del Cancionero Musical de Palacio. Como estos dos ejemplos, la mayoría de las piezas vocales que componen el álbum ofrecen la perspectiva de una mujer, con letras en primera persona”, apunta la arpista.
Un bello y gran concierto para el recuerdo, sugerente para el rescate de partituras y protagonistas, que hizo las delicias del atento respetable. En Bolea se pudo asistir a una velada aristócrata del Renacimiento, “una de esas tardes de música para la aristocracia, como la que podría haber protagonizado la cantante y tañedora Isabel de Plazaola —reconocida por la nobleza castellana y la realeza— en las dependencias privadas de la condesa de Coruña, de la marquesa de Távara o de la duquesa de Alburquerque”, apremia Sara Águeda, una gran artista que supo ponerse en la piel de las criadas músicas, con objeto de amenizar un día cotidiano del Siglo XVI. Por ello todos sus proyectos tienen tan buena acogida y aplauso, poniendo en valor una vez más a la Música Antigua como todo un gran reclamo para el público actual.