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Paisaje intercultural entre el desierto y la metrópoli
Imagen: Dervish TanDances. Dervish TanDances. 12-08-2018 Festival Camino de Santiago

La fusión es un arte que cuando se consigue con estilo conlleva su recompensa. En Jaca, un derviche giróvago y toda su comitiva escenificaron, con éxito y alma, un gran mosaico filosófico y sociocultural, a mayor gloria de los sentidos. Dervish TanDances se autodefinen como "una aventura humana, hecha de caminos indirectos, de encuentros improbables, de sensaciones palpables, de una simple plenitud, obtenida al compartir emociones". Fue la formación elegida para el quinto de los conciertos del XXVII Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca, apuesta artística y cosmopolita que entusiasmó al público asistente al Auditorio del Palacio de Congresos de Jaca.

Entre el desierto y la metrópoli, el repertorio de Dervish TanDances conforma diferentes composiciones originales en las que cada artista participa desde su propio proceso reflexivo y creativo. De este modo, la música electrónica de Cisco Esteves coexiste con los instrumentos clásicos y tradicionales —como el oboe—, los cantos de Oriente a los de Occidente, en occitano —lengua romance—, y la Tanoura, danza tradicional egipcia que representa la creación del Universo y que se corresponde y encuentra con el verbo, la palabra hablada contemporánea y experimental, animada por Ibrahim Hassan, un magnífico derviche giróvago que marcó para el recuerdo la cita jacetana.

Girando como planetas alrededor del Sol, la danza Tanoura se reinventa por los Dervish TanDances de manera "analógica, digital y coreográfica", incluyendo figuras poéticas que relatan la creación del mundo y otras metáforas, una base enriquecida "con el canto, las canciones, la entonación y la vibración del cuerpo humano en su conjunto". Un todopoderoso laboratorio de expresión que invitó, de manera suave y serena, a cada espectador asombrado a realzar la razón de ser de ‘lo sufí', un viaje, un camino que conduce a la sabiduría del corazón, toda una meditación veraniega sin aditivos ni conservantes, actualizada para la audiencia —y para los tiempos que corren— con grandes dosis de coherencia y honestidad.

El paisaje sonoro de los Dervish TanDances derramó esta filosofía sufí en el Palacio de Congresos de Jaca con sus sofisticados sintetizadores y sus poderosos darboukas —tambores de copa—, desarrollando una música circular que conectaba amable cuerpo con espíritu, la construcción de todo un estado anímico aunando, en palabras de la formación, "la declinación de las combinaciones musicales entre Oriente y Occidente, la tradición y la modernidad. A veces, es la voz que basa la existencia de una melodía, que a su vez da a luz a una línea rítmica y luego un coro con varias voces. A veces es el baile el que se convierte en dueña del juego y que infunde su trayectoria musical". 

Completando los Dervish TanDances estaban el director artístico Francis Esteves es el creador de la década del 2000 del sello Dora Dorovitch. Trabajó como bajista de las bandas de rock electrónico como Experiment (ex Diabologum), Téléfax y Binary Audio Misfits. También es conocido por sus álbumes solistas como We Are Disco Doom Revenge o por su trabajo de composición en el disco de Dum Spiro. Y junto a él, Cédric Chatelain, un músico clásico con una carrera singular. Tras casi veinte años de estudios musicales, pasará del academicismo de la clásica a profundizar en la música contemporánea. Actualmente está participando en el Art Ensemble Sonic.