20-07-2005 La localidad altoaragonesa de Sallent de Gállego se convierte estos días en testigo de la amplia variedad de manifestaciones artísticas y lúdicas que reúne la programación del Festival Internacional de las Culturas en distintos enclaves del Alto Aragón. SIC, colectivo asentado en la Gran Manzana neoyorquina, transformó la noche pirenáica en un escenario de luces, música y color a través de performances abiertas totalmente a la improvisación.
La animación es la esencia que impregna diferentes rincones del Valle de Tena durante estos días. Las calles de Sallent de Gállego son el escenario por el que se despliega el arte y la diversión de malabaristas, clowns y otros espectáculos al aire libre que congregan a un entregado público, sobre todo, infantil. Además, durante las sesiones de cuentacuentos que recorrerán distintas temáticas, tanto en la tarde de hoy como el próximo lunes, darán el protagonismo que la palabra adquiere en este universo cultural sin fronteras.
Desde hoy y hasta el próximo 25 de julio varios talleres permitirán adentrarse en la percusión, bien con los pies, a través del claqué, o acudiendo al lenguaje rítmico de instrumentos africanos como el balafón. La semana que viene será el turno de aquellos que quieran iniciarse en la práctica de la caligrafía árabe y en la exploración de los sonidos que es capaz de ofrecer el pandero. En definitiva, un fragmento de la variedad de alternativas que presenta esta cita cultural como forma de expresar sentimientos universales. Mercados del Mundo se une a estas propuestas para crear, durante las semanas que dura el Pirineos Sur, un punto de encuentro en torno a la artesanía, gastronomía y la música.
Pirineos Sur ha acogido también las influencias musicales de SIC, que pasan por el hip hop, el arte urbano, las teorías de red, la música electrónica, los jams culturales, la arquitectura, la ciencia ficción y los juegos. En su concierto incluyeron la recreación de "graffitis" virtuales sobre edificios públicos y lanzaron preguntas constantes al público. Esta formación lleva hasta el límite la tecnología para crear un trabajo narrativo que es totalmente innovador. Y lo hacen sorprendiendo y provocando una reacción inmediata y participativa en el espectador que va más allá de las fronteras de los medios tradicionales.
Con esta expresión artística y musical intentan canalizar la cultura moderna hacia una mezcla de estilo libre digital. Involucrados en la cultura de la resistencia en Estados Unidos, forman parte del proyecto Not In My Name Music. Y es que frente al estupor de muchos y el silencio de otros tantos, se abre paso, casi a codazos, el lenguaje urbano, el ritmo y la música que nace del asfalto, el arte contestatario y el movimiento de resistencia cultural que intenta convencer allá por donde va de que otro mundo es posible.