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Savall y Núñez, o el puro amor por las melodías tradicionales en el XXVII Festival Camino de Santiago
Imagen: Savall y Núñez en concierto. Savall y Núñez en concierto. 20-08-2018 Festival Camino de Santiago

La noche del pasado sábado, el XXVII Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca acogió otra de sus citas más esperadas. Volvió a ser en el Auditorio del Palacio de Congresos de Jaca. El maridaje Savall & Núñez tenía ecos de película de John Ford. Entre otras cosas fue una cita épica, y tras tanto aplauso y bienestar del respetable, también épica. Ambos músicos prepararon para la cita un gran número de melodías de distintas procedencias, muchas de raigambre popular, otras escritas por referentes celtas, que fueron desfilando de manera serena y gustosa en varios selectos bloques, temas que se abrían cual preciados tesoros: The Caledonia Set, The Lord Moira Set, Flowers of Edinburgh, The Donegal Set, Carolan's Harp, Universo céltico de Bretaña en el País Vasco, hasta llegar a lrish Landscapes.

Reunir al hombre tranquilo que es Savall (viola da gamba y lyra viol) con la jovialidad de Núñez (gaita gallega, pastoral pipes y flauta dulce irlandesa) era el complemento perfecto y la apuesta segura para este tipo de propuestas, haciéndonos viajar a otros espacios, tiempos y paisajes. Junto a ellos, un gran plantel de músicos: Pancho Álvarez (viola capiria), Xurxo Núñez (percusiones, panderetas y pandeiros), Andrew Lawrence-King (arpa irlandesa y salterio) y Frank McGuire (bodhran). Magníficos, juntos celebraron una velada moderna, bárbara y para el recuerdo, marcada por la maestría, la elegancia y el detalle, en definitiva, por la belleza.

Dos sabidurías dándose la mano

Aparte de música antigua y barroca, en el primer Savall ya podíamos descubrir cómo introducía alguna melodía tradicional. Estos hechos, aun siendo sencillos y discretos, ya constituían una llamada para expertos y músicos preocupados. Uno de ellos fue un joven Carlos Núñez. El entusiasmo del joven gaitero propició el encuentro entre Savall y los Chieftains, "dos sabidurías dándose la mano".

En aquel entonces parecían dos mundos diferentes, la música antigua por un lado, la celta por otro. "Por sorpresa, todo fue madurando". Muchos años más tarde, Jordi Savall nos descubre la música celta como música histórica. "Los Chieftains ya lo sospechaban desde Irlanda, pero el espaldarazo final fue que Jordi las viera desde este punto de vista historicista", destaca Carlos Núñez. "Estamos delante de una auténtica revolución internacional. Creo que lo más interesante que ha pasado en la música celta en los últimos treinta años ha sido esta nueva perspectiva que nos brinda el maestro".

Para Jordi Savall, que dos años más tarde volvía a visitar Jaca, "estas músicas no se compusieron para los nobles, ni para las iglesias ni los castillos… lo hicieron para la gente. Han sobrevivido durante siglos porque la gente la necesitaba para sobrevivir. Irlanda fue devastada por la invasión inglesa y su población tuvo que huir al extranjero. Gracias a su música la gente podía continuar. Lo mismo pasó con los judíos españoles". En su conservación durante los siglos estos sonidos han sido enriquecidos por estilos, variaciones, "de muchas cosas que las han hecho vivas". 

Melodías del pueblo para la supervivencia

Repertorios que adoptan formas modernas, instrumentos electrónicos, etc. pero que son reflejo de la vitalidad de estas músicas. "Músicas del pueblo compuestas por grandes compositores", subraya Savall, como los violinistas escoceses Niel Gow (1727-1807) y Simon Fraser (1773-1852), o el arpista y cantante ciego Turlough O'Carolan (1670-1738), el último gran bardo irlandés, autores "que no fueron lo suficientemente valorados porque no compusieron las partituras completas". Casi siempre eran solo melodías, algo que no gustaba "a los musicólogos cabezudos, por decirlo de una forma simpática, que no la consideraban músicas serias. Lo mismo le pasó a Bach con las suites de violoncello". 

"La música céltica se ha considerado de menos nivel que la música culta porque le falta el acompañamiento. Son tan bellas que no lo necesitan", resalta Savall. "Todo el mundo sabía cómo había que hacerlo, porque cualquier músico que tocase un arpa, una guitarra o un clavicémbalo sabía qué armonías poner en una composición como esta".

Para Carlos Núñez, esa nueva aportación que llega desde la música antigua reside "en conectar esa información que llega de las partituras, los códices, la música escrita con la oralidad. Tenemos la suerte que en nuestro país algunas de estas tradiciones están vivas, no han desaparecido como en Alemania, Inglaterra o Francia. Aquí todo eso está vivo, algo que veía en la forma de tocar de Jordi, que tenía esa intuición de la oralidad de la música tradicional. Lo que ha hecho él ha sido conectar nuestras raíces y esos códices".