Alberto Carrera Blecua. Viaje de ida y vuelta

Sin título. Serie Cuaderno de peces, 2016. Mixta sobre papel. Colección Carrera Blecua. Foto Javier Broto Hernando

 

Comisarios:

Pía Minchot y Javier Carrera


Viaje de ida y vuelta es la exposición con la que la Diputación Provincial de Huesca quiere rendir homenaje a la vida y la obra del artista oscense Alberto Carrea Blecua (1952-2017). Bajo el hilo conductor del «viaje interior», la muestra recoge una selección de su obra más reciente e inédita, con trabajos producidos durante los diez años previos a su fallecimiento. 

Estructurada en tres actos, con un prólogo y un epílogo, y en una suerte de discurso metaliterario, la exposición invita a los visitantes a embarcarse en una travesía introspectiva y a navegar por los paisajes invisibles de la mente. A través de diferentes medios artísticos, las obras seleccionadas se erigen como la representación viva de emociones, recuerdos y estados de conciencia. 

La exposición hace también un guiño a El viaje, un evento creativo coral que, ideado por Carrera Blecua, puso a Huesca en 1988 en el foco del arte contemporáneo. Con esta exposición se rinde un cálido homenaje al artista, mientras se abre la puerta al hombre para conversar con él sobre el yo y sus aristas, sobre la alteridad y la soledad, sobre la permanencia y la finitud o sobre la sensualidad y el poder.

Considerado una figura referente del arte contemporáneo y el pintor oscense más internacional de su generación, Carrera Blecua fue un artista innovador en todas sus etapas creativas. Su trabajo mantiene unas constantes temáticas que están íntimamente ligadas a la búsqueda introspectiva del yo: un yo que especula sobre la representación y contundencia de la presencia humana en el espacio, que evoca con nostalgia al pasado y reflexiona sobre la fugacidad del presente, o que invoca a la sensualidad y al dolor ante la pasión y el desencuentro. En su obra, el gesto pictórico y la fuerza del trazo se convierten en vehículo de una profunda exploración personal y existencial. 

 

Maldito viaje, 2014. Técnica mixta sobre tela. Colección Diputación Provincial de Huesca

 

En este contexto, tanto el relato curatorial como la selección y ordenación de las piezas generan un recorrido que no se sustenta sobre bases académicas, estilísticas o historiográficas, sino que busca, sobre todo, provocar conexiones a través de la emoción y permitir que el visitante construya significados a partir de evocaciones y referencias cruzadas, sin que la voz de los comisarios sobrepase en ningún caso a la del propio artista. Una exposición vital y con una voluntad performativa: la de desencadenar emociones para aproximar a la persona y al artista a través de su obra.

 

 

Del 9 de mayo al 20 de julio de 2025
De martes a viernes, de 18.00 a 21.00; sábados, domingos y festivos de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00 horas

Calendario de exposiciones

La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, ilustrada por Antonio Santos

La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, ilustrada por Antonio Santos

La lluvia amarilla es el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés. Entre «la lluvia amarilla» de las hojas del otoño que se equipara al fluir del tiempo y la memoria, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron, y nos enfrenta a los extravíos de su mente y a las discontinuidades de su percepción en el villorio fantasma en el que se ha enseñoreado la soledad.

En el pueblo de Ainielle ya sólo quedan Andrés y Sabina. Poco a poco el matrimonio se ha visto obligado a ver cómo los demás habitantes, espoleados por la miseria o por la promesa de un mundo mejor, han abandonado gradualmente las duras condiciones de vida. Una noche, sin embargo, Andrés descubre a Sabina ahorcada en el molino. Ahora ya no queda nadie que    pueda llevar con él el peso insoportable del pasado.

La exposición La Lluvia amarilla, de Julio Llamazares trata de rendir homenaje a un texto literario cuya trascendencia ha rebasado los limites propiamente editoriales y ha sido objeto de fascinación para diferentes creadores de disciplinas artísticas tan diversas como la ilustración, el cine documental, el teatro o la fotografía. Todas ellas confluyen en el espacio de la sala de exposiciones proponiendo una experiencia sensorial, visual y sonora que reclama a un espectador activo y cómplice de la narración.

El relato expositivo comienza con un viaje a través el tiempo para rescatar la memoria del más conocido de los pueblos abandonados de España: Ainielle. La reproducción en sala del documental Ainielle tiene memoria, emitido por el programa Crónicas de RTVE en 2007 y la secuencia de fotografías realizadas por Fernando Biarge entre 1975 -1985 sirven de contexto para activar el recuerdo de un lugar y un problema -la despoblación- a través de los testimonios de algunas de las últimas personas que lo habitaron. 

El núcleo de la exposición se concibe como una instalación que recurre a diversos mecanismos visuales y narrativos para abordar las relaciones que se establecen entre imagen y texto.

Los 53 linograbados realizados por Antonio Santos y ordenados en la sala según los capítulos de la novela, proponen una relectura de La lluvia amarilla. Buena parte de ellos se reproducen en la versión ilustrada que sobre la novela ha editado recientemente la Diputación de Huesca.

Antonio Santos y Julio Llamazares ya habían trabajado juntos en otros proyectos editoriales. En 2011 Santos ilustró El valor del agua (Ed. Los cuatro azules, Madrid). Las ilustraciones de Antonio Santos, realizadas también a través de la técnica del linóleo, arropan un texto sin adornos que trata sobre la vejez y la pérdida y que se dirige a lectores de diferentes generaciones.

En esta ocasión, la herida del surco abierto por la gubia, la expresividad de los trazos enérgicos y concisos, la fuerza y contundencia de las ilustraciones y el acusado contraste del blanco y negro logran reconstruir en imágenes el relato del último habitante del pueblo de Ainielle tal y como Llamazares lo traslada al lector a través de la palabra: de una manera certera, dura, poética y demoledora.

Formalmente muchas de las ilustraciones se aproximan al grabado popular y expresionista, si bien otras tienden a la esencialidad de la línea y de los planos contrastados. Las hay con un sesgo más descriptivo y que se refieren a una determinada escena de la trama, pero también encontramos imágenes con un carácter más metafísico, alegórico o simbólico. Todas ellas insisten en aquellos aspectos que singularizan la novela, no solo en la trama sino también en su sentido más profundo, y resultan siempre turbadoras.

El pensamiento de Julio Llamazares (que es el de Andrés de Casa Sosas) convive con las ilustraciones a través de varios dispositivos empleados en la sala y que completan la instalación: una selección de textos impresos de la novela, la lectura de diferentes fragmentos de la misma a través de la voz profunda y penetrante del actor José Sacristán y la proyección de cinco audiovisuales que, realizados por Eduardo de la Cruz, aluden simbólicamente a las emociones que despierta el libro en el lector a través de imágenes del paisaje, la nieve, la ruina y la noche.

Recurrir a todos estos mecanismos visuales y narrativos en la instalación permite al espectador regresar a la novela con una mirada activa, introducirse en la trama y participar de un relato en el que subyacen temas como el transcurrir del tiempo, la memoria volátil y evanescente, la ruina de un lugar que simboliza la propia ruina del ser humano, la soledad de la espera, la locura y la muerte.

El tiempo y la estructura circular que caracteriza la novela se traslada también al espacio físico de la sala de exposiciones. En su último tramo el relato expositivo finaliza con la proyección de la última escena de la adaptación teatral de La Lluvia amarilla, dirigida por Jesús Arbués y producida por el Corral de García en 2021. 

La exposición se completa con abundante material documental y de archivo, que incluye el manuscrito original de la novela con anotaciones del autor, diferentes ediciones que sobre el libro se han realizado, tanto en español como en múltiples lenguas (danés, finlandés, italiano, inglés, francés, alemán, holandés, brasileño, portugués, noruego, occitano, turco, hebreo, húngaro, ruso, griego, polaco, serbio, lituano, estonio, hebreo, coreano, japonés, checo, árabe, chino mandarín, cantonés, etc.), y destaca una edición especial realizada en braille y editada por la O.N.C.E.

El ciclo se cierra con la muestra de la totalidad de la matrices de linóleo que son origen de los grabados realizados por Antonio Santos, junto con un ejemplar de la edición ilustrada publicada por la Diputación de Huesca: La lluvia amarilla de Julio Llamazares, ilustrada por Antonio Santos.

 

27 de febrero / 31 de marzo 2024
De martes a viernes, de 18.00 a 21.00; sábados, domingos y festivos de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00 horas